
“Pasión”: · f. Inclinación, preferencia o deseo muy ávidos por alguna persona:
pasión por su pareja. · Inclinación o preferencia muy viva por cosa:
pasión por los animales. · Padecimiento, sufrimiento.
En la sexta sesión de orientación vocacional llegué al desesperante – y esperado – punto de no tener idea de nada. No sabía a qué me quería dedicar, qué me gustaba, qué futuro deseaba, qué materias me parecían interesantes, qué me divertía, qué pensaba sobre las distintas profesiones, qué quería para mí misma. En el medio de tal estado de confusión, la terapeuta me hizo una simple pregunta: “¿Qué te apasiona?”. Me quedé callada. Pensé, pensé, pensé. Seguía sin contestar. Finalmente pude hilar una frase un tanto incoherente, algo así como “me gustan muchas cosas… va, siempre tuve intereses muy diversos… no sé, es como que… todo… y nada… bueno, más concretamente el teatro… en realidad, los espectáculos en general… pero no me veo actuando de Nicole Kidman en “Moulin Rouge”… o tal vez sí, la verdad es que me encantaría, pero esa nunca podría ser yo… también me gusta leer, escribir, la psicología, los idiomas en general… pero siento que eso no me alcanza, no sé, es raro…”. Pese a que lentamente fui siendo capaz de ordenar mis pensamientos, no logré utilizar la palabra “pasión” en la oración. No tengo en claro si es porque la desconozco o porque no la siento.
Así es como en la actualidad, pese a disfrutar enormemente esta etapa de universitaria, cuando me preguntan si me gusta lo que estudio suelo contestar: “Sí, estoy contenta, pero me parece que la Comunicación no es algo que apasiona porque es muy amplio, es todo y nada al mismo tiempo”. A decir verdad, yo no fui la creadora de esta respuesta: se la escuché una vez a una licenciada en Administración de Empresas que sostenía esto de su carrera, y me pareció que tal afirmación se adaptaba bastante bien a la mía. En síntesis, mi vida académica me satisface pero no es la razón de mi existencia.
Entonces, ¿qué es lo que realmente “me llena”? Para salir del paso, mi primera respuesta sería “el teatro, obvio”. Pero por más doloroso que sea, y aunque “sobre el escenario siento que no soy yo, que muestro sólo lo más puro de mi ser, es un momento mágico, me siento feliz, gozo cada instante inmensamente”, la realidad es que tuve la posibilidad de dedicarme a las tablas y sin embargo la rechacé.
La siguiente opción que se me viene a la cabeza, probablemente por ser la más popular, es la del famosísimo “príncipe azul”. En este punto, las películas románticas representan el material de análisis perfecto: la pasión que une a los protagonistas es tangible a través de la pantalla, cada una de sus acciones tiene como objetivo acentuar el amor que sienten, el beso final es el cierre perfecto de esa relación que trasciende los límites de lo normal. Quien ha visto films como “The Notebook”, “Rent”, “Pride and Prejudice”, “The Reader” o “A Walk To Remember” sabe de lo que estoy hablando.
Sin embargo, mi preocupación aumenta al darme cuenta de que tampoco siento, por lo menos por el momento, verdadera pasión por otro ser humano. Mi primer – y único – noviazgo fue todo menos pasional. Todo muy lindo, hermoso mientras duró, pero la pasión nunca se hizo presente. Entonces, ¿qué es lo que me apasiona?
Me lamento al darme cuenta de que realmente no puedo expresarlo con palabras porque no lo sé (probablemente porque, aunque cambié mucho desde aquella sesión de orientación vocacional, sigo sin tener idea de qué es lo que me hace sentir viva). Hay muchas, muchas, muchas cosas que me gustan (el arte, comer, soñar despierta, los colores, estar con mis seres queridos, la tranquilidad, el paso de las estaciones, la comida, reflexionar sobre las cuestiones existenciales de la vida, aprender, la moda, dormir mientras llueve, conocer lugares exóticos, entre otras), pero no sé si me apasionan. Porque la palabra PASIÓN es muy fuerte, representa una convicción. No necesariamente una inmutabilidad, pero sí una seguridad de la que carezco.
El no sentirme apasionada me deprime. Me hace sentir vacía, sin identidad, insegura. Pero también me alienta, me empuja, me motiva, porque significa que todavía estoy buscando. Que lo más lindo está por venir. O tal vez no, pero por lo menos espero que el viaje sea interesante. Y si en el camino me cruzo con alguna pasión que termina no siendo la mía, bienvenida sea. Y si no llego a ninguna parte, entonces será un aprendizaje frustrante pero necesario. Y si descubro la clave del acertijo… entonces ya se van a enterar.
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